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Una niña minera a Dios implora
que libere a la fiera de su averno
para que aprese y mate a la avaricia
que tiene conquistado al viejo pueblo.
En las alforjas del Jinete pálido,
la muerte con pistola y alzacuellos
está presta en saldar la vieja deuda:
cinco balas cosieron en su pecho
la fe y resurrección en esta vida,
oren los malos ya su padre nuestro.
Rezar no quieren, solo quieren oro,
por avaricia arriesgan su pellejo,
monta el Jinete pálido a la cólera,
es hora del revólver y el recuerdo;
en duelo va y se carga a seis secuaces,
y termina el tambor en el cerebro
del séptimo traidor ángel caído
que al infierno directo se irá vero.
La serpiente se enrosca en el tener
y pone a prueba siempre al rudo preso,
de los mineros, uno que se salva,
al ofidio dispara con acierto,
llega la bendición con un buen fin,
persigue al pistolero su silencio.
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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