Leyendo Poemas del frío de la poeta Sandra Sánchez, se queda atrapada la figuración de que en sus versos estuviese contenida la esencia de la otoñal y amarillenta Gijón. Como si su norte –Oviedo o Gijón- fuese una laguna congelada en las hojas color sepia otoñal de la plaquette que los contiene. Es reconfortante dejarse atrapar por la lengua fría de su imaginario que evoca sentidos horizontes de estepa, que invoca la necesidad de tener una barca de azucenas llena y, cómo no, un paraguas. Porque un paraguas en el norte es necesario, muy necesario para la lluvia fría que cae arrastrando versos ateridos de sensualidad incesante. La poeta dice frío, lluvia, llanto, llanto que se desborda, llanto desbordado que se desliza en lágrimas de culpa. Ellas caen y se secan en el papel verjurado sepia otoñal delimitado en un único cuerpo, también de letra, y atrapa en su nada. Allí mismo se contiene la nada misma, un gusano devorador de la vida, solo que Sandra la escribe en sus ve
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