Ella se marchó un día por el camino
de baldosas amarillas. Ya va para un año. Se fue acompañada de un perrito faldero, un león que siempre temblaba hiciera frío o calor y, de una vana existencia de paja que rodaba continuamente
por el suelo. Voló por los aires con sus
trenzas de niña y, a él, le dejó vacío, hueco por dentro. Para ganarse la vida, transportaba líquidos de unas granjas a otras; aquí la leche de las
vacas; allí el agua fresca del pozo; más allá el aceite o el gasóleo. Se convirtió en un simple contenedor de líquidos hasta que se oxidó y fue transformado en un molinillo que, acelerado, extrae con su movimiento el agua del pozo.
Se prepara para ser engullido por un tornado. Nervioso, su boca saliva un mar podrido de soledad metálica girando a toda velocidad entre sus mellados dientes cuando ve caer junto a él unos zapatos rojos.
Se prepara para ser engullido por un tornado. Nervioso, su boca saliva un mar podrido de soledad metálica girando a toda velocidad entre sus mellados dientes cuando ve caer junto a él unos zapatos rojos.
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
Como se nota que eres poeta pues es pesía en prosa lo que escribes.
ResponderEliminarCari, no se me ha actualizado el blog lo vi en Facebook y vine a buscarlo.