A esta edad que nos cumple hay que echar culpas fuera para vivir los días sin que se nos caduquen en las manos. Eso pienso ahora que entró el Otoño, una estación que no puede ocultar su necesidad de ir marchitando todo, quizá muy a su pesar. Le tocó una o inicial en lugar de una erre seguida de una e, todo sería en su presencia bastante distinto.
Así que a esta edad en la que se me caducó una almohada larga y cumplida en dos retoños de noventa centímetros, no tengo otra posibilidad que la de romper o cortar por la mitad y coser a mano —el ruido de la máquina me rompería mi paz otoñal— los almohadones heredados conjuntamente con el hilo, aguja y tijeras, antes de que esta estación se me caduque en las manos o en los ojos.
P.D.: " Tengo una amiga a la que la entrada de su otoño ha dejado inmaculadas las paredes de una habitación de su casa en una sola mañana y con varias manos."
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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