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Tantas veces espié tus ajetreados pasos,
miré tu ropa tendida, por mi venta, a tus visitas
de amistades al calor de tu casa,
creí que nunca me sentaría junto a ese fuego
y sucedió, me hice visible en tu mundo,
esa única vez que solo me hablabas a mí
y sentí que había llegado al paraíso,
flotaban, en el cemento de nuestra noche, las vocales
y consonantes entre risas y pequeños roces
hasta que posaste tus manos sobre mis frías orejas
y ya no escuché más al terrenal mundo,
tú eras mi ángel y tu corazón mi único recuerdo,
libres los dos porque respiramos,
qué importa todo, qué importa el amor propio,
aunque estuviese en la tumba acudiría a tu llamada.
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© Cari Jiménez
Fotografía de Masao Yamamoto
#POESÍACARIJIMÉNEZ
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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