Y yo imagino niños que persiguen estrellas, de Cari Jiménez.
Las historias que se cuentan en Ya
no estaremos aquí son todas, normalmente, nudos obsesivos de sus protagonistas,
en cuyas vidas, al menos en los relatos iniciales, cohabita algún animal —perro-cabra-pato—
y la inclemencia del tiempo que les toque aguantar, bien decantándose el autor,
Matías Candeira, por la lluvia o por el agua líquida que no purifica, aunque
congela los sentimientos.
Historias que también dan paso a los bosques y a su negrura alcanzando a
la vista y sin dejar de ver más allá; o desde el punto de vista de ver más acá,
no deja ver en el interior de los personajes encerrados en estas páginas,
anudados en las palabras y que quieren convencernos de que solo con una
escopeta, golpeando en la espalda o en el pecho, pueden darles la realidad en la vida misma.
Es posible que con su buena escribanía y especial modo de contarnos lo
que acontece, no echemos en falta el inicio y desenlace de estas historias que
enganchan desde la primera línea (lean y ya me lo dirán) puesto que no se sabe cuál
será el siguiente giro que las hará aún más absorbentes, atrayentes.
Matías se desvincula del resultado, del punto final que debe tener toda
historia, y nos siguiere solo su cierre, un cierre que no es fin sino abierta
sugerencia a que, en determinadas circunstancias, puede suceder cualquier cosa
en cualquier lugar y además, parecernos creíble.
CLV. Badajoz junio de 2017
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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