Todos llevamos un poeta Eliot dentro y eso nos ennoblece, aunque sea porque él recibió el Nobel.
Hace días que preparo mi coloquio del próximo viernes en el Club de lectura de Valdelacalzada de la Biblioteca Pública, estoy nerviosa para qué engañarnos.
Pensando en el enfoque de Nihilismo en primera persona —Antología de un desencuentro—, publicado por TAU Editores (que es mi primer poemario de diciembre de 2015, con 50 poemas compuestos a lo largo de varios años y cuyo hilo conductor, aunque yo me empeñe en que sea la Nada o la Muerte parece que todos los que lo han leído dicen que es la Vida) andaba intentando quitarme a Nietszhe de la cabeza y me topé con Eliot.
Leí algunos poemas traducidos de Eliot hace bastante tiempo y me gustó muchísimo el estilo del yanqui edulcorado a inglés, muchísimo repito, y creo que podríamos haber sido amigos si se hubiese hecho español de Gibraltar, por ejemplo, pero lo que me llama la atención en estos días en los que le he vuelto a releer es encontrármelo reseñado por un gran escritor y poeta, Álvaro Valverde, recién premio San Fulgencio de Plasencia, y muy bien merecido el último y reseñado el primero.
¡A lo que voy!: que ahora no sé si lo que tengo preparado para Valdelacalzada va a ser visto como suerte, carambola, intersección de los astros o divina o mejor dicho, consulta del rincón del vago que es un lugar infectado de virus al que recurren los que tienen que realizar un encargo y no quieren dar un palo al agua... y que terminan con el apodo de copiotas.
¡Yo no quiero copiar!, más lejos de mi existencia, umhhhh, nihilista, ¡claro! Así que tengo el problema de demostrar que Eliot estaba en mi vida antes de esta semana... Expresamente puesto no, nunca, jamás, ni en mi segundo libro Daños y Prejuicio —Antología de una culpa—, también publicado por TAU Editores, ni en Nihilismo, aunque tengo que decir que mi primer poemario templa su esternón amigo con Lorca, Miguel Hernández, Santa Teresa de Jesús, Alberti, León Felipe, San Juan de la Cruz, etc., pero educadamente o reflexivamente sí que hay un poema en Daños y Prejuicios que rememora el primer verso de Eliot «April is the cruellest month» osea, el verso primero de los 434 que escribió en Tierra baldía y que hasta yo que solo sé español y mal, podemos escribir: "El mes más cruel es abril".
"El mes más cruel es abril" para Eliot, y para mí lo fue, lo fue porque murió mi padre, y lo fue hasta que llegó mayo con sus flores y perdí a mi madre, y así lo rememoro en la pág. 31 de Daños y Prejuicios —Antología de una culpa—:
BARQUITO DE CORCHA
Surcando va, el charquito de la escarcha,
mi velero de corcha y trapo viejo
con vela enarbolada -un dos y un pato-
tras de tu caminar ligero, al pozo,
a por su agua caliza y no profunda.
Queda atrás, no retorna -y tú con él-
encallado, en el charco frío, mira
a las mojadas ramas con rocío
cómo gotean sobre telarañas.
El ligero lagarto saborea
su camino salado relatando
de la crueldad del frío de abril,
y mi barquito grita: ¡qué sabrás
de primaveras, tú!, ni de dolores
que entierran al florido mes de mayo.
Finge mi corazón, infantilmente,
que navega los mares de aquel sur.
PD: los diminutivos nos dan el cariño que al crecer, perdemos, ¿verdad? Pues eso.
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
Bueno pues si tú lo dices será verdad, intentaré buscar mi Eliot.
ResponderEliminarSeguro que tu coloquio te salió de lujo , pues no espero menos de ti .
Un abrazo .