ELLA le decía a él: acaso no me ves revuelta entre arena de mar
empapada mi piel de salitre vital, negándote.
¡Cómo puedes decir que me abandone
a saciarme de ti y de tus lunares!
¿Acaso se abandona la roca a las olas glotonas
sin temer ser horadada por la resaca
de las embestidas de fiereza deseada?…
De seguir,
no me podré resistir,
entraré en tu laguna y…
Recibiré tus piropos como la roca acoge a la arenisca.
Recibiré tus caricias como ella acoge a las algas
vivas.
Recibiré tu fondo como ella acoge en el
suyo,
tan quieta y sumergida,
tragada en la playa,
aunque sueñe con correr tras la ola,
aunque sueñe con correr tras la ola,
como yo tras de ti haría.
ÉL solo le entendía a ella: ¡Quiero que me ames!
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
Entre los vaivenes del mar se escogen los momentos perfectos, en comunión con lo expuesto, en persecución de los efectos…
ResponderEliminarPd: las distancias como los silencios suenan a hueco, rellenarlos no depende de las medidas, sino de los sentidos..
Cuánto anhelo en estas letras, jardinera, y qué verdad tan grande en esa posdata, como siempre.
ResponderEliminarMil besos.
Uy Mari aveces es hasta difícil entenderse uno, peor el resto. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarSe notan que han llegado los calores del verano, y la playa, y la fina arena, y el sonido del mar, y la espuma marina, y un buen pinchito de tortilla con refresquito en un chiringuito playero. Las historias de amor fugaces y ardientes son para el verano.
ResponderEliminarUn beso