El gallo canta su desesperación
como un encaramado en el muro,
inmóvil sobre una absurdez humana
que encuadra la vida del que anda los caminos
de la existencia empobrecida,
el color no importa, la necesidad tampoco.
Sigue cantando el gallo hasta su afonía,
sin importarle la intensidad de la claridad,
también de pensamiento, que traiga el nuevo día,
subido a la verja.
Éste cae cuando sube el sol,
y con su angustia y fatiga
bebe el agua de la hiel, se abre la puerta
y retorna, vencido hoy, un aguante sin futuro.
El gallo enmudeció con el férreo instinto
de que vendrá un mañana
para, de nuevo, intentar su canto,
así cuatrocientos gallos, así cuatrocientas vidas.
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
Pobre gallo amiga
ResponderEliminarHace tiempo que no venía a per las flores de tu jardín, siguen muy hermosas
Un beso