Entre algas. Sus aletas como manos
asidas a esas inundadas rocas
de un salado frío que, apenas tocas,
su oscuridad te absorbe y, en sus granos,
crepita el plancton para los ufanos
peces que emiten pompas con sus bocas,
y las abren y cierran, todas locas,
pues son oradores artesanos
de discursos en bancos de sardinas
-que nadan en el mar del feliz culto
de esa tranquilidad social que mece
a todo pez con raspa y con espinas-
y creen lanzar versos y hacen bulto
con fina poesía que adormece.
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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